Texto y fotos: David Palmada, "Pelut"
Una vez que uno los usa, y viendo su gran utilidad, se extraña de la falta de conocimiento que hay en nuestro país de los híbridos. Intentaré explicarme mejor.
Me remonto unos 20 años atrás. E alguna conversación entre escaladores potentes de la época se rumoreaba “sí, allí los híbridos son la clave, sin ellos no pasas” ¿Qué idioma tan extraño estaban hablando estos individuos? ¿Dónde era “allí”? Sus palabras no me producían ganas de saber ni investigar.
Pero con el tiempo llego el primer viaje a Yosemite, meca mundial del Big Wall, y tuve mi primer contacto con los “extraños híbridos”. Ya por aquel entonces las nuevas tendencias eran la escalada limpia, o al menos intentar vías sin el uso de los clavos. Y aquí es donde entran en juego los híbridos.
Comencemos por explicar qué es un híbrido. No es más que un friend de 4 levas, pero con una particularidad: 2 levas son de una medida, las otras 2 de otra. Un buen ejemplo: el habitual juego de micro-friends que tiene casi todo el mundo es semáforo de Alien: verde, amarillo y rojo. Pues bien, en híbrido, el verde, por ejemplo, tendría 2 levas de la medida del verde y 2 del amarillo, resultando un verde/amarillo.
Para diferenciarlo de los micro-friends normales, Alien y Totem usan el siguiente sistema: la anilla del cable es de color verde y la cinta de dynema cosida es de color amarillo. Así es mucho más fácil distinguir un híbrido del resto, sin dejar de saber además las medidas por el código de color.
Ahora que nos hacemos una idea del aspecto que puede tener un híbrido, la pregunta inevitable es....
“¿y eso para que coño sirve?...¡¡ya llevo demasiados friends, micros y empotradores en el arnés como para ponerle más trastos!!”. Podéis tener razón; pero lo cierto es que el que ha probado los híbridos, descubre un mundo nuevo en el terreno de la autoprotección ¿Por qué? Por una de las grandes cualidades de estos pequeñitos: su capacidad de agarre en los típicos “clavaderos” antiguos en los que, debido al paso de las cordadas, el agujero es casi tan perfecto (hablando de granito) que los híbridos encajan a la perfección debido a la geometría de las levas: al ser más estrechito de un lado, el micro-friend encaja con esas dos levas en el final del agujero, mientras que la parte que queda fuera, al ser sus dos otras levas más grandes encajan a la perfección en el exterior del agujero.
Ésa era una de las razones por las cuales eran tan apreciados por los escaladores del Capi al ir a liberar rutas sin clavos. Por fin entendí el sentido de los “híbridos”. Si tenéis la suerte de poder tener un juego a disposición y perderos una tarde en cualquier sector de escalada podréis comprobar la capacidad y polivalencia de estos micros. Aunque, como con todo el material, es importante jugar un poco con ellos antes de usarlos en terreno real; sólo así seremos capaces de valorar con un minino de criterio el aguante de nuestros nuevos juguetitos.
Descubriremos que, con un poco de paciencia, conseguiremos emplazarlos en los sitios más inverosímiles y cavidades más cóncavas. Siempre teniendo en cuenta que los milagros no existen, y que tenemos que saber diferenciar entre un híbrido colocado para “protección” y uno colocado para pararnos en caso de caída. Esto solo lo enseña la práctica y un poco nuestro instinto. Como siempre, deberemos valorar la calidad de la roca, verificar cuantas levas trabajan, e intentar siempre que se pueda colocar a modo de empotrador la apertura más ancha arriba y la parte más estrecha abajo, aunque esto no siempre es factible.
En los “clavaderos” antiguos es muy habitual que al híbrido le cueste un poquito emplazarse de la mejor manera posible; pues bien, aunque parezca una barbaridad y la gente te pueda tratar de loco, funciona bien darle unos pequeños golpecitos “suaves” en el centro de eje, con cariño y educación, delicadamente: eso hace que las levas se terminen de asentar correctamente convirtiendo el híbrido en un buen seguro; (tened siempre la precaución de golpear los tuyos, pues si golpeas los de tu compañero te puede romper la cara o podéis perder la amistad).
Hablando en general, todos los sistemas de levas son un poco delicados y especiales, además de caros. Por eso necesitan un poco de cariño y cuidados varios.
Veamos una cuestión muy importante (tanto para los híbridos como para los sistemas de levas en general: ¿Qué uso le damos a nuestros juguetes?¿Lo colocamos como punto de seguro en caso de caída y le damos un suave tironcito para verificar que realmente esta bien colocado? ¿Y ya esta? O por el contrario somos de esos que emplazamos un friend, lo probamos saltando a muerte sobre él para después cargar todo nuestro peso en él castigando así sus levas, cables, cintas y demás partes del aparato? Esto concretamente ocurre en artificial, donde la mecánica del aparato es llevada a unos límites incalculables. Son dos maneras de maltratar a nuestros pequeños amigos. Haciendo artificial le das un desgaste diario mayor, haciendo trabajar todo el aparato, desgastándolo lentamente, mientras que usándolo para asegurarnos el desgaste es menor, eso si, el día que tenemos una caída sufre el triple.
De todas maneras, en ambos casos el mantenimiento debe ser igual: lavarlos con agua y jabón (puede ir bien algún desengrasante para vehículos), con un pincelito intentar sacar toda esa arenilla que se suele emplazar en los sistemas de muelle y demás, después debemos soplarlos con aire a presión, a poder ser, finalizando con un buen engrasado. En este caso debemos tener cuidado con el lubricante que pongamos, porque los de base aceitosa pueden dañar las cintas de dynema. A título personal recomiendo engrasante a base de cerámica líquida, a los cuales, una vez secos, no se les adhiere la suciedad, y además no mancha. Así que un buen cuidado y mantenimiento es importante para tener nuestros pequeños amigos siempre a punto. Para maltratarlos en las pruebas hasta reventar ya están los fabricantes. Y os puedo asegurar de que antes de que nuestros amigos lleguen a nuestras manos, los fabricantes los someten a rigurosísimas pruebas de esfuerzo: sólo así se puede garantizar un producto de máxima calidad.